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Es hora de promover una cultura democrática

El Perú, sale de una década difícil en la historia republicana -la de 1990-, que tuvo como efecto final el resquebrajamiento de la confianza social e institucional; por otro lado, tenemos una etapa de transición en la cual se lleva a cabo una recuperación lenta y frágil de la democracia, que se percibe en la inercia de nuestra sociedad por un indicador de credibilidad sumamente bajo. Así, según el Barómetro Global de la Corrupción de Transparency International 2004, en el Perú, ocho de diez personas indicaron que la corrupción tuvo un gran impacto en la vida política.

Los momentos de hoy y la agenda del mañana (el tercio final de la gestión de gobierno; procesos electorales nacionales, regionales y locales; bicameralismo con distrito único – Senado y múltiple – Diputados; posibilidad de T L C andino, entre otros) impulsan una preocupación por consolidar el sistema democrático, pero con una fuerza emprendedora que vaya más allá de los enunciados y las intenciones, que se palpe a través de la acción; en ese sentir se plantea la promoción de la cultura democrática en el país como un brazo y/o punto de apoyo para fortalecer el sistema por el cual todos apostamos y luchamos para recuperar.

Entonces, empecemos por recordar que la democracia es, como mínimo, un sistema político que requiere de una amplia participación y contiendas electorales diáfanas y libres, para seleccionar a quienes nos gobiernan y que permite que la mayoría ejerza el poder en un marco constitucional, con reglas fijadas y aplicadas que canalizan la acción del Estado según las leyes, y que se protegen al mismo tiempo los derechos y las libertades de los ciudadanos, inclusive de las minorías. En ese contexto, debemos fortalecer la cultura que le brinde sostenibilidad a este sistema, mediante una clara propuesta que incorpore acciones con lineamientos que proporcionen madurez a nuestra sociedad, de tal manera que lo vivido y aprendido de anteriores regímenes nos ayude a fortalecernos a través de una bien ponderada cultura, es decir, una “cultura política democrática”.

La virtud de apostar por este sistema nos obliga a plantear la promoción de una cultura democrática en el país, con la finalidad de aprovechar los esfuerzos por el desarrollo democrático bajo condiciones de gobernabilidad (acuerdos regionales de gobernabilidad, Acuerdo Nacional ). Por ello, el posicionamiento de esta cultura democrática debe permitir darles un soporte a las instituciones de los tres poderes del Estado; con la actitud colaboradora de todos en la inyección de vitalidad a la convivencia política, y con esto promover condiciones que alienten y favorezcan una participación ciudadana intensa, responsable, comprometida, informada y crítica respecto a asuntos de interés público para dar lugar a un gobierno de y para los ciudadanos. L as orientaciones podemos obtenerlas desde las políticas de Estado definidas en el ámbito del Acuerdo Nacional y aprovechar procesos transversales como la descentralización, que fomenta la complementación de la democracia representativa con la participativa (acercando a gobernantes y gobernados); en ese sentido, ello nos permitirá implementar acciones que coadyuven a incorporar desde los ciudadanos, los partidos políticos, las instancias gubernamentales y la sociedad toda importantes aportaciones al proceso de desarrollo político del país.

¿ La reflexión más allá de la intención? Ello se circunscribe a que la forma de que una sociedad sea y se mantenga gobernable democráticamente se asienta, entre otras condiciones, en que en el interior de los actores políticos y la propia ciudadanía prevalezcan valoraciones, percepciones, actitudes, hábitos, destrezas y conocimientos que sean funcionales para la convivencia democrática; con lo cual la gobernabilidad perdure, extendiendo la presencia de estos soportes básicos a través del posicionamiento de una cultura democrática, que constituya una fuente inagotable de fortalezas que le permitan al sistema democrático superar situaciones adversas cuando éstas lleguen y quieran atentar contra el orden que nos hemos impuesto por las normas sociales con las que se rige nuestra Nación.

Fuente: La Peruano-Opinión
Fecha: Miércoles 16 de Febrero de 2005

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