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El Acuerdo Nacional ha dejado ser un cuento de hadas

“El Sutep se ha encontrado con la horma de su zapato: el apoyo de los partidos políticos a la evaluación”

El viernes 15 de diciembre del 2006 puede quedar registrado como el comienzo del fin del Sutep.

Nunca antes, como ese día, en toda su historia, los partidos políticos en su conjunto le habían quitado el piso a un nuevo chantaje suyo contra el Gobierno y el Estado.

Inclusive una semana antes, cuando tomó la decisión de negarse a la evaluación docente decretada por el Gobierno, el Sutep (Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana ) eligió la más impopular de sus banderas de batalla, aquella con la que no van a solidarizarse ni maestros ni padres de familia ni una opinión pública cada vez más desengañada de sus propuestas, marcadamente divorciadas de la nueva calidad de la enseñanza que exigen los tiempos modernos.

Lo que ha venido a sorprender no es solo el profundo error táctico (por llamarlo así) del Sutep de escapar a una responsabilidad que la sociedad se la va a cobrar muy caro, sino la decisión del Acuerdo Nacional de apoyar mayoritariamente la evaluación docente, en la primera expresión de poder político factual que emana del seno de este organismo de concertación, frente a una coyuntura crítica en la que la suerte de la educación juega todas sus cartas a una sola canasta: la que sea capaz de sacarla de la postración actual.

¿Qué grado de madurez importante está calando entre nosotros los peruanos que de pronto todos los partidos políticos acuerdan apoyar sin condiciones una política de Estado?

Todos los que concurrieron ayer al Acuerdo Nacional tienen que haber sentido la satisfacción de no haber estado en el castillo de cuentos de hadas de otros días sino en una mesa real y concreta en la que es posible pensar, actuar y decidir a nombre del país, construyendo lo que nos cuesta mucho construir: políticas de Estado, por ahora con el poder vinculante que le da la opinión pública.

Este ha sido el verdadero relanzamiento del Acuerdo Nacional y el redescubrimiento de la posición retrógrada de la CGTP , cuya colusión con el Sutep la coloca una vez a gran distancia de los proyectos nacionales por los que todos debemos jugarnos, entre ellos el de la educación, a sabiendas de que estamos apenas por debajo de Bolivia y por encima de Haití.

Ahora sabemos, desde hace dos días, que el Acuerdo Nacional es el punto de encuentro válido para los nuevos contratos sociales que debemos poner en marcha. Démosle, eso sí, los poderes vinculantes que requiere y la confianza necesaria en su secretaría técnica, a cargo, por un tiempo de más, del prestigioso psicoanalista Max Hernández.

Fuente: El Comercio
Fecha: Domingo 17 de diciembre de 2006

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